lunes, 30 de mayo de 2011

LA LUCHA COMO CONSTANCIA VITAL Y EL VALOR DE LA EXCELENCIA

El espíritu de lucha como constancia vital.
* Lo importante en la vida no es el triunfo sino la lucha. Lo esencial no es haber vencido, sino haber luchado bien (1908).

* La vida es simple porque la lucha es simple. El buen luchador retrocede pero no abandona. Se doblega pero no renuncia. Si lo imposible se levanta ante él, lo sortea y va más lejos. Si le falta el aliento, descansa y espera. Si es puesto fuera de combate, anima a sus hermanos con palabras y su presencia. Y hasta cuando todo parece derrumbarse ante él, la desesperación nunca le afectará.
La vida es solidaria, porque la lucha es solidaria. De mi victoria dependen otras victorias, cuyos tiempos y circunstancias no conoceré nunca, y mi derrota provoca otras, cuyas consecuencias van a perderse en el abismo de las responsabilidades ocultas. El hombre que estaba delante de mí, alcanzó al atardecer, el lugar desde donde yo partí esta mañana, y el que viene detrás de mí, se beneficiará de los peligros que aparto y de las trampas que señalo.
La vida es bella porque la lucha es bella: no la lucha sangrienta, fruto de la tiranía y de las malas pasiones, las que fomentan la ignorancia y la rutina, sino la santa lucha de las almas, en busca de la verdad, la luz y la justicia (1902).
Todo ello le ganó un lugar no sólo en la historia del deporte sino en la del mundo entero que ha ido abrazando su causa al extremo de convertir a la actividad en la de mayor convocatoria en la sociedad moderna. Pierre de Coubertin fue profético al sostener “si Alemania redescubrió Olimpia, ¿por qué Francia no podría encargarse de restablecer su espíritu?” Así lo hizo y los resultados están a la vista. Por eso, siempre será interesante escudriñar en la historia del restaurador del olimpismo y asumir su ejemplo como fundamento de toda gestión deportiva. Es también, una tarea para todos los involucrados en su desarrollo y en su cada vez más amplio futuro

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